martes, abril 04, 2006

A mis amigos de la cordura


Esta foto de una pequeña manada de lobos árticos muy bien podría ilustrar mi relación con mis dos amigos: el Desentramado y el Hirsuto. El de la extrema izquieda es el Desentramado, con un atisbo de sacar la lengua y una sonrisa sarcástica a flor de labios como resultado de la intoxicación de la última droga recreacional que le venga en gana tomar: hace una semana nadaba en Special K. El siempre está recostado de los restos.

Le sigue el Hirsuto, relamiéndose, oteando el horizonte, cual el que no quiere la cosa y rechazando un rato de vacilón narcótico, pero presto a devorar cuanto alimento se pose ante sus fauces.

El del centro a la derecha sería yo, neurótico, criticón y antagonista, diapasón que sólo se aplaca con el devenir de alguna substancia controlada, casi siempre proveida por el Desentramado.

El o la de la extrema derecha puede variar según la rutina, a veces puede ser el Chúmala, un tipo ecuánime y querendón, o puede ser la Candela, cuando se digna en visitarnos desde su exilio involuntario en la Ciudad Condal para sacarnos en cara, con mucha ternura, su felicidad urbana y cultural por tierras catalanas.

Fue durante las navidades que compartimos con la Candela y Chúmala, quienes tuvieron la paciencia nihilista de soportar nuestros desvarios pseudoadultos: el Desentramado se niega a aceptar que es un muchacho mayor, con esposa y casa, por lo que aún cree que en la vida todo es ir, carretera, joda y refugio en casa de mamá y papá, créanme han sido muchas las horas de terapias a altas horas de la noche en los Denny's en los que lo encontramos bajando una nota fuerte y en las que le subrayamos la necesidad de pasar más tiempo en casa, de olvidar el capeo y la juyilanga que siempre termina extinguida en el seno materno.

El Hirsuto es todo un hidalgo del siglo XXI, envidiable es su vida, trabaja cuando quiere, frecuenta chicas inteligentes, pero como todo ignaciano de corazón, pierde largas horas en el rapeo mongo de esquina con cualquier mujer meridianamente bonita o inteligente, digamos interesante, y es que si usted le pregunta, él le dirá que todo es pura retórica, deporte, pues prefiere la monogamía sobre todas las cosas en estos tiempos crueles del sida.

A mi, la ansiedad me consume a diario, pienso en las novelas que no escribiré, me como las uñas, me revuelvo en la cabulla de lo que vendrá, pensando en cómo generar más ingresos para mantener a mi hijo, y me resisto a aceptar que la vida me hizo grandecito para jodas nocturnas licántropas, al tiempo que vivo en un estado de negación despotricando contra todo lo que se me paré alfrente.

El único que se salva es mi hijo, creo que a mi esposa empieza a acabársele la paciencia...

Salir con mis colegas puede ser una ordalía, soportarme es una tortura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo de la madurez y las preocupaciones esta chévere pero recuerda que los animales de manada cuando se separan, es para morir. Así que, hay que resolver para que las churras den tiempo para la manada.