jueves, abril 13, 2006

Morbo santo


Confieso cierto temor año tras año cuando inician las ¿celebraciones? de la llamada Semana Santa. Me espantaba recordar que veía todas esas películas que se transmitían por la televisión local- ¡ah aquellos tiempos en los que no había cable y los Muñiz , Cordero y Miró eran los reyes!- y en las que Cristo terminaba como si se hubiera dado un baño de sangre en una carnicería, esnú y sufriendo en la cruz.

Creo que el miedo miedo se debe en parte al lugar en las que veía los filmes: en el cuarto de mi abuela, acompañado por un cuadro del Ecce Hommo, otro de la Vírgen de la Guadalupe y uno en el que la Virgen aparecía con el Divino Niño en el regazo, sentada en su trono celestial, y abajo estaban un montón de desgraciados quemándose en el infierno. La Vírgen y el Divino Niño parecían no inmutarse ante la carne chamuscada y hasta parecían que esbozaban una sonrisa...

Terminaba con tanto temor que, y hasta entrado en la adolescencia, me arropaba hasta la cabeza pensando que los romanos vendrían por mi y me pondrían una corona de espinas, me azotarían hasta el hastío y me clavarían junto a Jesús y los pillos que le pusieron al lado.

Aunque por otra parte, me encantaba cuando finalmente expiraba y decía su famosa frase "Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen" y Dios desataba toda su furia contra los traidores y los romanos. ¡Jódanse cabrones -pensaba yo- pa' que se metieron con Dios!

¡Uy!, ¿eso me hace un ser vengativo?

La última representación de un Cristo fastidiado y ensangrentado la llevó Mel Gibson a la pantalla grande. ¡Diablo, el pobre parecía un churrasco! ¿Era necesaria tanta sangre? Aunque -vuelvo y confieso y ahora más como padre- me conmovío de sobremanera cuando Jesús cae al suelo, mira a María y ella bebiéndose las lágrimas grita: ¡Mi hijo!, y va a su auxilio. Ahí la manipulación fílmica me trabajó: lloré.

Pero mejor me quedó con la versión de 'La última tentación de Cristo'. Me gusta esa representación que incluía a la sexualidad y el deseo, ese me parece un Jesús más humano que el ensangrentado por el morbo mediático.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fijate como todo el montaje cristiano, explota las estrechas y emotivas relaciones familiares de todos para crear vinculos que amarran. La madre, el hijo (curiosamente el padre parece ser de la ultima coleccion de la especie paterna puertorriquena, porque anda desaparecido, muerto creo! claro ellos le restan importancia, porque despues de todo no es el padre!), el primo, las tias, nada, todos los parientes. Ahora que eres padre, puede que te suceda lo que a muchos, no puedes ver las peliculas en las que a los hijos les pasa algo malo, los secuesrten , mueran o cualquier cosa. Vas a llorar. Claro, no todos pasan por esto. Por eso la paternidad y maternidad esta tan jodida, porque ante la representacion de la angustia ante el sufrimiento o la muerte del hijo o de los seres queridos, no provoca identificacion personal a mucho de los que las ven, no les pasa a todos. Termina la mayoria viendo las peliculas de sangre, muertes etc, sin inmutarse, o peor como diversion. E insisto, no importa lo que digan las bestias insensible o los que nada les importa, hay que estar bien jodio para no llorar. No por cristo, si no por nosotros.