viernes, enero 27, 2006

Hombre doméstico


Llevo dos semanas sin trabajar desde que nació mi hijo Mauro. Cuando regrese serán casi tres. No extraño mi trabajo. Le he tomado cariño a esto de estar en casa, de vivir para los hijos las 24 horas del día.

Leo. Juego PSP. Escribo. Ayudo en las tareas para atender al niño. Duermo. Eso sí, me levanto temprano todos los días para llevar a mi hija Marina a la escuela y luego nos vamos juntos a practicar fútbol tras completar las tareas de estudio.

Salir del ajetreo peridodístico en el que trabajo me ha revelado un Puerto Rico inédito para mi. Todas las mañanas leo los periódicos y me parece que las noticias son de un país extranjero, torpe y al garete. Quizás nos tomamos muy en serio la comedia política del País o el deterioro en la calidad de vida, sin fijarnos en lo maravilloso de este pedazo de Isla que nos espera escondido en cada rincón. ¿Será esto la felicidad? Me voy a lavar una tanda de ropa...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, Zaoco, creo que de eso se trata, aunque nos pasamos la vida buscándola en cientos de lugares en los cuales no está. Aunque lo parezca. .
Está en los cientos de lugares pequeños, no muy escondidos, pero como buscamos lo que imaginamos grande, no la vemos.
Claro, que no lo sé con certeza, sólo lo pienso así y me parece bien.