sábado, enero 28, 2006

Tema del amo y el esclavo


(Port au Prince, Haití, circa 1989)

Esclavo

Argamasa del suplicio es la cadena,
El misterio de mi cuerpo es mi condena,
Cuando se aleja la tierra con sus luces
En la batalla concluida por el viento.

Y he aquí los trabajos de la silueta,
La escritura de mi nombre en el sudor,
El deseo de una muerte acompasada
En la profecía de mis manos desatadas.

No hay dios posible,
Porque de amargos amoniacos han llenado mi boca
Al colmarse las ajenas horas de mi frente.

Otro sonríe,
Sí, patéame, reza con solemne semblante
Y esgrime la rosa de la burla en diestro brazo.
Cada bofetada es virgen madre de mi furia,
Cada mirada sobre el hombro es dulce flecha de venganza.
Ya robo,
Y en justiciero incendio arraso con el trazado de las calles,
Y orino en las fauces de tu templo,
Cuando se fuga mi memoria
Hacia la eterna libertad de la muerte.


Amo

Mi reino por un caballo,
Mis violadas doncellas por todo el oro.
¿Adónde el hedónico goce de la ganancia?
¿Adónde los interminables días del ocio acompasado?

El fuego se ha posado sobre mis ojos,
Y sutiles llamas consumen mi aposento.

Fui buen padre
Y entre Ellos propagé la Razón Divina
De la Casa Organizada por encomienda del Supremo.
Ahora mi ruina es laberinto de oscuras caravelas,
En este océano de lo incierto.
Unos cuantos muebles y el oro de mi fama es el único sobrante.
Todo se fuga,
De ello no hay duda.
Sin embargo:
Mi mano sujeta la herida acicalada
Y predispone mi abierta sed de venganza.
No podrás derrotarme,
Ya he sido tu esclavo en la miseria.
Que mejor es tener la furia acumulada entre los dientes,
Que perder el silencio en un instante.
Por ello te buscaré allí,
Donde mora tu alma libre.
Soy oscuro recinto de alguna razón residenciada en tu intelecto.
Yo soy la muerte
Y hacia mí corres,
cual vil esclavo.

del poemario Letal. ©

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó la selección. Bienvenido a tu casa.

La cera en flor dijo...

Sade tiene una canción hermosísima que se llama Slave's Song.

tengo musiquitas que recomendarle a Mauro, señor zaoco. luego hablamos.